De todo un poco

A mis amigos les adeudo la ternura y las palabras de aliento y el abrazo, el compartir con todos ellos la factura que nos presenta la vida paso a paso.
A mis amigos les adeudo la paciencia de tolerarme mis espinas más agudas, los arrebatos del humor, la negligencia las vanidades, los temores y las dudas.
Un barco frágil de papel parece a veces la amistad, pero jamás puede con él la más violenta tempestad. Porque ese barco de papel tiene aferrado a su timón, por capitán y timonel... ¡un corazón!
A mis amigos les adeudo algún enfado que perturbara sin querer nuestra armonía, sabemos todos que no puede ser pecado el discutir alguna vez por tonterías.
A mis amigos legaré cuando me muera mi devoción en un acorde de guitarra, y entre los versos olvidados de un poema mi pobre alma incorregible de cigarra.

Amigo mío si esta copla como el viento a donde quieras escucharla te reclama, serás plural porque lo exige el sentimiento cuando se llevan los amigos en el alma.

Alberto Cortés

miércoles, 24 de junio de 2009

SE HA PARADO EL RELOJ

He perdido la llave del tiempo
y el reloj se ha parado en las doce.
Hoy he perdido las palabras,
los acentos, los hiatos,
las exclamaciones.
Solo tengo interrogantes.

Bajo la soledad en blanco
de las estrellas
guardo el baúl
donde siempre estarán sus recuerdos.
Mis niños, mis adorables niños,
han volado como adultos pajarillos.
Adelaida Hidalgo

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Embalse de Orellana

Cuento

                                      
          

                                      Para Belén y Sara
                                        de su yaya  
						
         La manta amarilla.

Lolo era un niño de pelo negro, cara  gordita y ojos 
expresivos. Vivía con su gato Cuatro-pelos al que adoraba
y siempre estaban juntos.
Cuatro-pelos siempre estaba observando a Lolo, quería ser
como él y lo imitaba en todo.
Mañana te compraré un cepillo de dientes como el mío.
Eres un gatito presumido –bromeó Lolo.
No  soy presumido – protestó Cuatro-pelos – soy un gato
responsable y me gusta estar aseado.
Muy bien, Cuatro-pelos, el aseo es la primera regla de la
buena educación.
¿Y la segunda?.
Irse a la cama temprano. 
¿Y la tercera y la cuarta y la quinta y la sexta...?
Paraaaaaaaaa, Cuatro-pelos, no atropelles mis tímpanos. 
La tercera ser obediente y la cuarta y última, no hacer
más preguntas.
Y Lolo dando las buenas noches, cogió su manta amarilla y
se dispuso a ir a dormir.
Cuatro-pelos se atusó los bigotes y le dijo: –Esa es mi
manta favorita – y dándole un fuerte tirón le quitó la 
manta amarilla, y corrió con ella.
Lolo enfadado le cantó: –Cuatro-pelos no respeta a los 
demás y los Reyes nada le traerán –y corriendo tras él,
recuperó su manta.
Cuatro-pelos estaba avergonzado por lo que había hecho.
Sabía que era la manta de Lolo, pero a él, ¡le gustaba 
tanto el color amarillo! que se quedó muy triste.
Lolo pensó, que lo mejor sería compartir la  manta 
amarilla.¿Pero qué hacer? no le podía dar un pedazo,
la rompería.
De pronto tuvo una idea:
Le pidió a Cuatro-pelos que durmiera con él.
Cuatro-pelos  se puso contentísimo, era lo que más
deseaba, dormir con Lolo y tapado con la manta amarilla.
Aquella noche fue tan feliz, que soñó con un mundo ideal,
donde todos los gatitos del mundo, vivían con los demás
seres de la naturaleza, en paz y armonía, sin distinción,
de sexos, razas ni colores.          

                          Y colorín colorado...
				 Adelaida Hidalgo.

Dedicado a mi madre con todo mi amor

Madre que lejanos están aquellos días en que tú me estrechabas junto a tu pecho y cantando me mecías y lentamente llegaba el sueño. Que lejanos están tantos momentos en que tú orgullosa repetías los progresos que iba haciendo caminando o diciendo alguna frase nueva. Cuesta, cuesta mucho estar sin ti. A mis hijos y a mis nietas yo les hablo de la infancia tan alegre que viví, jugando, siempre jugando, y eso te lo debo a ti. ¿Se cortó el cordón umbilical el día que nos dejaste? No. Siguen unidos mi mundo y el tuyo. Sé que estas ahí, como siempre, atenta, velando por mí. Adelaida Hidalgo